sábado, 4 de agosto de 2012

La Historia de mi Vida




Porque seguí siendo el mismo pendejo culiao aweonao de siempre

viernes, 25 de febrero de 2011

¿Y la respuesta?



Muchas han sido las insinuaciones de posibles respuestas. Consejos de amigos, no tan amigos, cercanos y otros tantos desconocidos que sin querer se acercaban un poco.

Si tan sólo supieran que sí... sí...






¡Si hay que ser toooreero!




Olé ;D

domingo, 7 de noviembre de 2010

La Autopcia Como Mito.



...Un día en el cual los dioses se encontraban enojados con los hombres, acuerdan reunirse para buscar una manera apropiada de castigarlos; para este fin tendrán que descubrir qué es aquello en lo cual los hombres concentran su mayor interés; y luego, concedérselo. En el primer punto hay unanimidad entre los dioses: aquello en lo cual los hombres están más interesados es, sin duda, en el amor. "Como ya sabemos -dicen- qué es lo que tenemos que otorgarles, al mismo tiempo se lo ocultaremos, de manera tal que nunca lo puedan hallar". Uno de los dioses propone esconderlo en la cumbre de la montaña más alta; pero otro está en desacuerdo, "porque ellos tarde o temprano llegarán allá". Entonces Neptuno, dios del mar, cree que es mejor situarlo en el fondo del mar, pues es muy difícil acceder allí. "Quién sabe -replicó el otro-, no hay certeza de que el día de mañana no puedan encontrarlo en ese lugar". ¡Señores, qué hacemos! (exclaman al unísono). Al final, el dios más astuto propone algo que aceptan todos de inmediato: "Lo esconderemos -dice- dentro de ellos mismos, porque ahí jamás lo van a buscar".





Robado desde A. Ruiz: El Amor como el dominio emocional humano.
La Visión Post-Racionalista de Vittorio Guidano.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Pa' voh conchetumare



No la vi venir, simplemente. Mis rápidas piernas iban de atrás para adelante evadiendo, intentando golpearlo con las manos en su enfurecido rostro, pero no. Lentamente su pié se internaba en mi entrepiernas y yo lo veía, sin poder hacer nada, moviéndome a la velocidad de un caracol e impotente ante la experiencia tantas veces antes vivida cuando cabro chico, peleando con mis primos o hermanos por cualquier estupidez de pendejo.

Al comienzo un adormecimiento general, las pantorrillas tensándose y ah! una picazón en los testículos, ya se sienten vacíos. Cierro mis ojos y tapo mi rostro con una mano, con la otra intento dar calor al paquete completo, apretándolo levemente tratando de contener ese incipiente cosquilleo que se empieza a sentir en la base de los cocos. Sigue el dolor, expandiéndose al miembro viril y haciéndose insoportable; sube de a poco acercándose al ombligo y en pocos segundos abarcando todo el abdomen hacia arriba y hacia abajo llegando a las rodillas, impidiéndome levantarme e incluso mover las piernas, excepto si se trata para para unirlas por su punto medio y contraerlas hacia hacia el pecho.

Pierdo el aire y un calor recorre toda la zona baja afectada, dándome la tranquilidad que los órganos aún siguen ahí, y cuando la sangre alcanza a llegar a mi cerebro, la reflexión más grande de mi vida lo llena por completo, siendo traducida por mi boca:

- ¡¡¡Por la chucha que duele una patá en las weas!!!


domingo, 6 de junio de 2010

La Visita

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Y regresé...

No solamente a la vida ciber-testimonial semi semi muerta sino también a mi semi-semi vida semi mortal semi normal. Después de una crisis debido a una laguna esquizoide-psicodélica-musical-espiritual-reflexiva, unas cuantas ausencias al colegio, a mi ser, a mis responsabilidades y a mi rutina; después de vomitar en la teoría y en la práctica, todo lo enfermo, enfermizo, podrido, corroído, y cualesquiera sea el nombre de lo que haya expulsado de mi mente y cuerpo, ayudó a la poda otoñal del Ser, que se hacía necesario en cuanto pasaban los días.

De alguna manera la desfragmentación de todo un sistema y una reorganización y revaloración de las ínfimas y no tan ínfimas partes. Más allá de los remolinos de amor (¿Ah?), de las frases hueoncitas, de las confesiones y aceptaciones, de las conversaciones y de las caminatas, odiseas de la paja inmensa superada por un bien mayor no económico propiamente tal, es un puente al pasado, pero no al pasado pasado y olvidado, sino al pasado vivo, a la historia sentida, disfrutada y digerida en gran parte de sus dimensiones; un puente a la niñez que rescata del fondo de su esencia la pureza de las emociones, la oscilación inconsciente de la consciencia a la inconsciencia y viceversa; la espera no esperada sino experimentada, pero sin experimentos esta vez.

El eterno retorno tan manoseado, que no es más que un ciclo conformado por un paseíto a la historia de vida, un revoltijo de objetos y sujetos inmateriales, un sendero de aprendizaje y la vuelta al presente con la transformación y/o deformación del viajante, repetido una y otra vez sin descanso.

¿Acaso no es eso la vida?
¿No es eso la evolución?

Eso es la resultante de un visita no poco extensa al interior de aquel pequeño con la jardinera azul que revela el afecto por su "mamá", su pasión por la diversión, y su sonrisa siempre a flor de piel.

Eso es la visita a la transversalidad del niño, del adolescente y del joven JP.



Hito Tri-identitario

martes, 2 de marzo de 2010

Doble -Mente- Sentido

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Un fuerte terremoto te saca de la cama en la noche, y viéndote desprevenido tratas de refugiarte en tus más cercanos. Puedes sentir todas las cosas moviéndose a tu alrededor, pero no las ves, nada puedes hacer. La ampolleta explotando me avisa que la luz se ha cortado. Te levantas. Ves los muebles corridos y las cosas más frágiles, esas que siempre trataste de ciudar más, descansando rotas en el suelo. El valor sentimental de las cosas se superpone a la visión netamente material. Parece que es verdad que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.
Ya es tarde.


El Tsunami arrasa sin avisar, sin esperar, arrastrando todos los escombros hacia la inmensidad del mar. Fallan los mecanismos de defensa, fallan las comunicaciones y el desastre se produce, siempre con el miedo a las réplicas, que terminarán destruyendo y colapsando todas aquellas construcciones que resultaron fracturadas en el sismo mayor.

Sigo en mi pieza, a oscuras desde hace algunos días y deseando que aquel maldito foco de la esquina, el que siempre quise que no encendiera, vuelva a iluminar mi ventana, con su tenue luz pasando entre las cortinas, debido a esa molesta manía mía de mantenerlas juntas. Por suerte para mi, acostumbrado hace unos meses a las condiciones precarias, reduce el impacto.

Un llamado que interrumpe la nostalgia y rompe con la espera, con la angustia de la desinformación, para decirte que un ser querido que se encuentra lejos, ha tomado un camino diferente al tuyo... eufemismo o no, ya ha tomado su camino.
Duele el no despedirse, duele la forma y duele el fondo, enterarse por terceros que el alejamiento es inminente. Sólo un último reencuentro más para reconocer a las casi irreconocibles víctimas, víctimas de la soledad, del alejamiento y del paso del tiempo, del centralismo y el egoísmo. Una muerte que quita el sueño. Una muerte que perpetua las emociones, ni las aumenta ni las reduce, que no las cambia y que paradojicamente tampoco las mantiene.


Y mientras unos siguen queriéndose subir a un auto y sortear las carreteras para llegar finalmente al desastre, desgastado y maltrecho, yo tomo mi mochila enteramente cargada y me dispongo a caminar por caminos despoblados, con un poco más de cuidado y con el merecido respeto a la Naturaleza, siguiendo un rumbo que espero nunca conocer.
Yo también parto.



Perdido en la ciudad de los Recuerdos... Sólo sigue sonriendo


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miércoles, 3 de febrero de 2010

Confesión

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Entró a empujones en la habitación, que estaba iluminada por tan sólo una luz que colgaba del techo, iluminado las caras de los oficiales.


Se sentó como pudo en la silla de metal que había, acomodando sus piernas, para que las heridas en ellas no dolieran más de lo debido. Acomodó su cabeza y siguió mirando a sus captores, tal como ellos lo miraban a él, intimidándolo. Estuvieron así mucho tiempo, tal como en la sala anterior, pero esta vez sin golpearlo. De un momento a otro se levantó uno de los tres que se sentaban en frente del malherido hombre y se acercó hacia un estante, sacando de uno de sus cajones un bate de aluminio. En la silla, el hombre miró hacia el piso, cerró los ojos y exclamó:

- ¡Está bien, confesaré!

Los hombres sonrieron maliciosamente.

- Me gusta, la amo, y estoy enamorado de ella.

Se paró entonces un segundo hombre y le dijo amistosamente:

- ¿Ves? si hubieras confesado antes, te habrías ahorrado todas las toruras que ahora muestra tu figura. Suéltenlo.





:)

martes, 29 de diciembre de 2009

Nuevos Aires

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"Nosotros también votamos por el Progresivismo"






................................................. Dream Theater

jueves, 17 de diciembre de 2009

Lavado de cerebros

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Con toda la historia que tenemos ya no sorprende ver al amo azotando a sus esclavos con un sistema que destruye hasta la misma esencia del ser humano.





Lo que si sorprende es ver al mismo esclavo suplicar más y más latigazos...







Jp

domingo, 8 de noviembre de 2009

Pág. 127

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Ya había hervido el agua, que luego llevó en un termo, hasta su fría pieza, dejándolo ahí, en el velador, al lado de la taza, el frasco de azúcar y el café. Mientras se recostaba en su cama y antes de disponerse a leer, preparó aquel líquido que sería durante toda la noche, su acompañante junto al libro causante de todo aquel ritual.
El reloj marcaba las 12:42 am. cuando levantó el libro, lo abrió y continuó su lectura, marcada ya hace unas dos semanas en el término del prólogo, eso que uno lee sólo por el consuelo de que más tarde cuando empieza a leer el libro verdaderamente, pueda decir: "no voy en la primera página". A los cinco minutos, hizo una pausa para beber un poco del café. Era, a su parecer, uno de los mejores que había probado, con el equilibrio perfecto entre las proporciones de sus ingredientes. Con la ayuda de éste era la única forma en que sabía que podría leer hasta tan tarde y medianamente concentrado, ya que le interesaba poder entender lo que leía y así rendir óptimamente en el examen del día próximo.
El libro no era mayormente interesante para él, parecía más bien como leer una biografía de cualquier persona. Sin embargo le importaba mucho más una nota que perder toda la noche leyendo algo sin importancia, por lo que continuó con sus labores, apoyándose de unas tres tazas de café más, hasta que el reloj marcó las 4:06 am. Decidió que terminaría su lectura cuando se encontrara camino al colegio, ya que contaría al menos de una hora de viaje en que tranquilamente podría llegar al final del libro. Alcanzó apenas a acomodar bien la almohada, dejar el libro en su velador, cosa de no olvidarlo al despertar, y observar el reloj por última vez, ahora marcaba las 4:19 am, cuando lo encontró el sueño tirado en su cama, tan indefenso que parecía como si fuera un recién nacido.

Se levantó como todas las mañanas, pero al contrario de todas éstas, estaba lleno de ánimo, ya que le quedaban muy pocas páginas del libro y tenía la esperanza de que le iría muy bien en su examen. Tomó su ropa de escolar, y se la llevó al baño, donde después de la ducha se vistió rápidamente al darse cuenta que iba un poco atrasado, y para compensar este tiempo tomó su desayuno en un tiempo límite. Salió entonces de su casa no sin antes despedirse de su padre que hace un rato atrás ya le había abierto la puerta, y caminó al paradero pensando otra vez en que ese día era especial, sentía que todo saldría bien, sin errores.
Extendió su brazo para hacer parar la micro, que venía a muy alta velocidad y atrasada en su horario, por esto mismo tuvo que subirse casi corriendo. Pagó su pasaje y se sentó cerca de los asientos del fondo, al lado de un caballero con la cabeza calva y que vestía un abrigo negro, con el que tuvo cuidado al sentarse. Al poco rato de haberse acomodado sacó el libro de su mochila con el fin de terminar las últimas paginas que no había alcanzado a leer la noche anterior, logrando avanzar, a pesar de todo el movimiento, al menos unas cinco páginas más y faltándole sólo la última, cuando el sueño lo atacó nuevamente. No quiso resistirse más y seguir forzando sus sentidos, así que se aseguró de marcar la página pendiente con su dedo pulgar para disponerse a dormir. Teniendo el libro entre sus manos, agachó la cabeza y comenzó a dormir como nunca lo había hecho, moviéndose al ritmo de la micro y afortunadamente no incomodando a ningún pasajero de ésta, que por cierto como cualquier mañana, iba absolutamente repleta de personas.

Despertó, y en vez de ver la misma imagen de aquel colegio al salir de su profundo sueño en la micro, pudo notar que se encontraba aún en su cama, viendo sus piernas juntas tratando de capear el frío y una de sus manos que aún sostenía el libro. Se enderezó de una sola sacudida y vio que el reloj marcaba las 4:44 am, no convenciéndose que toda esa mañana había sido sólo un sueño. Había sido todo muy real, no olvidaba ningún detalle, ningún rostro, había pasado todo tal cual como pasaba todas las mañanas. Y sin saber por qué, como buscando una respuesta a toda esta confusión temporal-espacial, abrió el libro rápidamente en la página que su dedo había quedado marcando mientras dormía, y entonces comenzó a leer, sin poder ocultar en su rostro los nacientes signos que demostraban horror y perplejidad a medida que descendía en el papel:



"Se levantó como todas las mañanas, pero al contrario de todas éstas, estaba lleno de ánimo, ya que le quedaban muy pocas páginas del libro y tenía la esperanza de que le iría muy bien en su examen. Tomó su ropa de escolar, y se la llevó al baño, donde después de la ducha se vistió rápidamente al darse cuenta que iba un poco atrasado, y para compensar este tiempo tomó su desayuno en un tiempo límite. Salió entonces de su casa no sin antes despedirse de su padre que hace un rato atrás ya le había abierto la puerta, y caminó al paradero pensando otra vez en que ese día era especial, sentía que todo saldría bien, sin errores.
Extendió su brazo para hacer parar la micro, que venía a muy alta velocidad y atrasada en su horario, por esto mismo tuvo que subirse casi corriendo. Pagó su pasaje y se sentó cerca de los asientos del fondo, al lado de un caballero con la cabeza calva y que vestía un abrigo negro, con el que tuvo cuidado al sentarse. Al poco rato de haberse acomodado sacó el libro de su mochila con el fin de terminar las últimas paginas que no había alcanzado a leer la noche anterior, logrando avanzar, a pesar de todo el movimiento, al menos unas cinco páginas más y faltándole sólo la última, cuando el sueño lo atacó nuevamente. No quiso resistirse más y seguir forzando sus sentidos, así que se aseguró de marcar la página pendiente con su dedo pulgar para disponerse a dormir. Teniendo el libro entre sus manos, agachó la cabeza y comenzó a dormir como nunca lo había hecho, moviéndose al ritmo de la micro y afortunadamente no incomodando a ningún pasajero de ésta, que por cierto como cualquier mañana, iba absolutamente repleta de personas.
Con un movimiento brusco despertó, y lo primero que hizo fue abrir el libro, luego miró a su derecha para ver en que lugar del trayecto se encontraba. Sólo alcanzó a ver de frente un camión de carga y la cara de angustia de su conductor. Cerró los ojos y apretó fuertemente el libro. Se escuchó entonces un bocinazo que se confundía con el grito de los pasajeros que iban a bordo de la micro. Después de un gran estruendo, sólo silencio. La mano del joven, ya inmóvil, aún posaba su dedo sobre las hojas del libro que nunca pudo finalizar, marcando esa última página como queriendo que alguien alguna vez pudiera terminarla por él."

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Sin saberlo, estuve a una página de la muerte.







By JP